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Había sido monje y fue designado por el Emperador Juan III en 1222 para ser el Patriarca de la capital, aunque su sede estuvo en Nicea.
Recto en la doctrina, excelente en la predicación, teólogo insigne, pero aferrado agresivamente a la originalidad de los griegos y adversario declarado de los latinos y de su "ascendiente romano".
Por su influencia podría haber contribuido a la unidad cristiana, en favor de la cual realizó esfuerzos. Se conservan de él "46 Homilías y 6 Catequesis", así como algunos opúsculos abundando en las doctrinas ortodoxas discrepantes de los latinos: "Sobre la procesión del Espíritu Santo", "De los ázimos", "Del fuego del Purgatorio", "Del Bautismo"
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